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Tarha Erena Sarmiento-Granada- Yuzin Club Cultural

Sería muy fácil hablar sobre las dificultades del arte y la cultura en este momento que estamos atravesando, porque las hay, ya que estamos viviendo un momento muy crítico y es un tema recurrente del que hablo casi todos los días y en casi todas mis conversaciones. Pero la verdad es que quiero transmitir lo afortunada que me siento por poder abrazarme al arte como un refugio, como una metodología, que me permite transformar lo que siento. 

La mayoría de las personas que trabajamos en el arte nos expresamos, nos decimos, nos abrimos a esa experiencia como parte de un proceso interno, de una sanación, más o menos consciente. Yo opino que el arte es autobiográfico: no puedes crear algo que no está dentro de ti. Cada pintura, vídeo, foto, escultura, performance, poema que hago forma parte de mí, soy yo la que hablo y la que transito todos esos lugares, nombrándolos, dándoles un espacio, dándoles luz, haciendo un ritual de paso de cada experiencia artística que me ayude a respirar de nuevo, a sentirme de nuevo yo, otra yo, después de la experiencia. 

Me parece entonces adecuado hablar del corazón del arte, de ese lugar sanador donde vamos a buscar refugio en caso de incertidumbre, de desolación, de crisis, de euforia o colapso. Cada persona tiene una forma de mirar el mundo, una forma única que le pertenece y, a veces, cuando necesitamos expresarnos y contarle al mundo nuestras miserias, nuestros dolores, nuestras certezas, usamos nuestro propio lenguaje que se hace magia, que sintetiza nuestro sentir en una imagen, un sonido, un movimiento, unas palabras, un baile, un grito, una carcajada a destiempo y en un lugar que nadie se espera. 

Necesitamos contar lo que nos sucede dentro, y cada persona elige su forma creativa de hacerlo. Cada cual elige su ritual, su melodía y su secreto. Y, por supuesto, su locura. Crear es un acto de dar a luz, de parir, de entregar al mundo algo que te pertenece. Algo que sale de adentro hacia afuera es algo que rezuma verdad. Algo que hemos creado a nuestra imagen y semejanza y que nos identifica y que muestra una parte desnuda de nuestro ser, que está hecho de otros seres, en un contexto social. 

Cuando descubrí la Arteterapia y decidí estudiarla en profundidad, me di cuenta de que la llevaba practicando toda mi vida. Fue un encuentro mágico entre mi biografía y una metodología. El arte sana. A mí me sana. No sería capaz de creer y ofrecer nada que no hubiera experimentado en mi propia piel. Yo creo en esto, para mí ha sido un regalo de la vida haber elegido el arte como forma de expresión y como medicina para el alma. 

Por eso ahora lo ofrezco, porque he entendido a través de mis experiencias que el arte nos puede salvar y que es una herramienta muy completa para poder sacar afuera los monstruos que nos acechan. Así que sigamos creando para nosotras mismas y nosotros mismos: el arte nos puede ayudar a transitar esta situación tan extraña. Y, en estos momentos que estamos viviendo, necesitamos urgentemente encontrar nuestro lugar en el mundo y abrazarnos mucho. Cuéntalo, escríbelo, píntalo, báilalo, grítalo, llóralo o suéltalo, pero sácalo fuera de ti.

 

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