Los viernes este tablao se convierte en el espacio de encuentro de las flamencas de esta ciudad, donde desarrollan y trazan su camino propio, con el baile, el toque y el cante como ritual imprescindible para ese encuentro. Un espacio que las mujeres habitan como nadie, y lo habitan para poblarlo, para tejerlo, para nombrarlo, siempre con el flamenco a flor de piel.