La mujer que mató a todo es un cabaret tragicómico en 11 cuadros, unipersonal y sicalíptico; un juicio sin juicio. Habla de juicios y prejuicios y de cómo se salva y se condena a diario. Se sustenta en el feminismo como teoría y práctica, la reivindicación de la maternidad, la salud mental entre fantasía y patología, y la obra plástica que complementa y enriquece la narrativa escénica; invita a la reflexión desde el humor. Autoría, producción, dirección e interpretación: nía corcor.